
Antes de visionar este blockbuster veraniego (almenos para Europa, en USA), hay que hacer un esfuerzo y olvidar el alocado trailer y verla sin prejuicios. Al visionar Dioses de Egipto nos vienen a la mente producciones ochenteras como Furia de titanes (1981, Desmond Davis) o Krull (1983, Peter Yates), esas aventuras con cierto aire “pulp” y que eran 100% entretenimiento. La última obra de Alex Proyas va a ser bastante vilipendiada e infravalorada, pero no por motivos de calidad o argumento, simplemente es que no sigue los cánones del blockbuster actual, aparentemente más sesudo.
Los dioses (egipcios) deben de estar locos.
La tragedia familiar se cierne sobre el panteón de los dioses egipcios, Horus (Nikolaj Coster-Waldau) tramará venganza contra su malvado tío Seth (Gerard Butler). Pero para conseguirlo, tendrá que establecer una curiosa alianza con el mortal buscavidas Beck (Brenton Thwaites). Juntos descubrirán la importancia de la humanidad y lo que significa realmente ser un Dios.
Pirotecnia digital, pero con algo de cabeza.
Eso es lo que nos encontramos en Dioses de Egipto, un desparrame digital de monstruos y efectos que no nos dá un respiro y sobretodo divierte a base de bien. La historia, digna de un Shakespeare intoxicado colocado con peyote, hay que verla con bastante inocencia y con una buena provisión de palomitas.
Además de los machotes Butler y Coster-Waldau, nos encontraremos con Geoffrey Rush (La mejor oferta, El discurso del Rey) como el dios supremo Ra y un desaprovechado Rufus Sewel (Dark City) haciendo un papel para llegar a fin de mes.
Para los fans de los blocksbusters veraniegos hechos para entretener.

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